En mi experiencia, "devenir enferma" ha significado tanto experimentar dolor y aislamiento como ganar acceso a otras dimensiones de conexión y pertenencia. En las profundidades del tiempoespacio de la cronicidad, mis relaciones humanas, pero especialmente mis relaciones interespecíficas, han pasado por intensas transformaciones. Durante 2019 tuve el placer de ser aprendiz de Angélica, Brezo, Rosa y Hierbadulce, cuatro compañeras vegetales que me dieron unas de las lecciones más importantes de ternura. Ahora, que han llegado las lluvias de otoño, es hora de compartir la cosecha. Utilizo raíces, hojas y flores como medio de comunicación. Celebro la práctica, hoy día impopular, de la floriología en forma de un mensaje embotellado en frascos hechizados:

es una composición sinérgica de Angelica archangelica (de la orilla del Elba), Calluna vulgaris (del brezal a las afueras de Hamburgo), Rosa rubiginosa (de las playas del mar Báltico) e Hierochloe odorata (de la planta que invité a crecer en mi jardín). Se han creado 9 frascos como ofrenda para mis compañeras humanas y otras-que-humanas.

TERNURA EMBOTELLADA

** Son las bonitas palabras que una de mis compañeras pronuncia en 'Compartir la Vulnerabilidad. De eso se trata, ¿no?'

El trabajo se comprende como la continuación (¿o la finalización?) de Compartir la vulnerabilidad. De eso se trata, ¿no? Dos años después de su publicación, convierto una de las palabras clave de este libro en una obra de herbolaria sensual.